Crecí rodeado de cámaras fotográficas, cámaras de video, flashes, rollos y cassettes (si, soy millennial y todavía no existía el almacenamiento digital como lo conocemos hoy día).
Tuve la oportunidad de entender como funcionaba la fotografía analógica y de ver su transición hacia la fotografía digital.
Mi primera cámara fue una Canon de rollos que mi papá me regaló y cuyo modelo no recuerdo, pero lo que si recuerdo es que me encantaba tomar fotos y llevarlas a revelar para después enseñárselas a mis amigos.
Mi papá es Carlos Ramos, un excelente padre y uno de los primeros fotógrafos de Huatulco.
En cuanto tuve la oportunidad comencé a trabajar con él como asistente, ayudándolo a cubrir todo tipo de eventos.
A veces me tocaba cargar la iluminación, a veces filmar el video, a veces ser el segundo fotógrafo, y a veces hacer de todo un poco.
Actualmente trabajamos juntos, pero cada quien tiene su propio estilo.
Estoy agradecido con él, pues la fotografía se ha convertido definitivamente en el oficio que más disfruto hacer.
Lo que me ha hecho comprender mejor la fotografía no ha sido la técnica, el conocimiento teórico, o la experiencia...sino la sensación que me genera ver a las personas compartiendo un momento especial con sus seres queridos.
Una vez que lo entiendes, comienzas a tratar a las personas como si fueran tus hermanos, tus padres o tus amigos, entonces comienzas a entender el verdadero propósito de la fotografía.